La vida es tan compleja que a veces nos cuesta aceptar todo lo que ella conlleva. Cuando atraviesas un fracaso es normal que te sientas mal, que te enfoques en revisar los pasos que diste para entender en qué fallaste. Sin embargo, ¿te ha pasado que alcanzas una meta o un sueño maravilloso que cambia tu vida para bien, y aun siendo un momento de felicidad absoluta, te sientes mal, sientes que no mereces lo que estás viviendo?. Pues querida amiga, permíteme decirte que estás siendo víctima del “síndrome de la impostora”.
No te alarmes por el término síndrome, este es un fenómeno que experimenta gran parte de la población mundial en algún momento de su vida, se considera que de cada 10 personas por lo menos 7 lo han vivido, según la doctora Laura Barrientos, académica de la facultad de medicina de la UNAM. El síndrome es un miedo que te imposibilita entender y aceptar tus logros, consideras que son golpes de suerte o que otros te ayudaron a alcanzarlo.
Ya que sabes en qué consiste, ahora lo importante es aprender a identificar si lo padeces y cómo puedes trabajar para superarlo. Empecemos por mencionar algunas situaciones que puedes percibir: proponerte metas difíciles y a pesar de alcanzarlas sientes que podrías esforzarte por obtener mejores resultados; crees que no trabajas lo suficiente, que debes poner mayor empeño y durar más tiempo realizando tus tareas; cuando haces algo nuevo tienes que lograrlo en el primer intento, de lo contrario te sientes agobiada y frustrada, nunca pides ayuda y no eres capaz de delegar.
Si sientes cercano alguno de estos escenarios, es momento de tomar acción y trabajar en tu seguridad y confianza. Para empezar no te inventes historias en tu cabeza que no son reales, por ejemplo: cuando estés en una reunión, presta atención a lo que dicen tus colegas, y no tomes nada personal, estamos en un mundo laboral competitivo, en donde tus aportes son igual de importantes que los de otras personas.
Cree en lo que haces, revisa los resultados de tu trabajo y piensa en todo lo que tuviste que hacer, en los pasos que tuviste que dar para alcanzar la meta. Expresa tus emociones cuando algo te incomode o cuando tengas miedo, hablarlo está bien, si quieres empieza por contárselo a la persona más cercana a ti, porque el síndrome de la impostora puede también alejarte de los demás.
Para terminar, procura tener una mentalidad positiva, piensa en lo que tienes: tu familia, tus amistades, tu trabajo, tus ahorros, tus experiencias y todo lo demás, son regalos que tú te has dado. Y, si al final del día crees que las cosas no salieron como esperabas, siéntate y escribe los momentos buenos y de felicidad, seguramente al principio será difícil identificarlos, pero con esfuerzo, constancia y conciencia de ti misma los encontrarás. Lee esa lista al final de la semana y disfruta de la dulce sensación de tantas cosas logradas.